En el siglo XIX fue escrito el pueblo hitita, del que hasta ese momento solo se tenían referencias literarias. En efecto, el Antiguo Testamento menciona frecuentemente un pueblo no semítico.
Los hititas, habrían habitado el norte de Palestina, entre el Mar Negro y el Mediterráneo. El Éufrates marcaba su frontera con los hurritas. Los hititas ocuparon Canaán y allí encontraron a los hebreos cuando conquistaron la tierra prometida. Ambos pueblos se enfrentaron religiosamente ya que los hititas era politeístas, practicaban rituales de sacrificios para los dioses, incluso sacrificios humanos. Practicaban también la magia y la adivinación.
En las paredes del santuario rupestre de Yazilikaya, se encuentran representaciones de procesiones y varias decenas de figuras divinas con representaciones de los dioses del panteón hitita. En ocasiones cada divinidad tenía un animal representativo como el caso del toro consagrado al dios de la tempestad. Los hititas realizaban ofrendas a sus dioses, y ciertas celebraciones se realizaban en determinados períodos del año como el otoño y la primavera, Estas fiestas duraban varias semanas.
En las tablillas encontradas en las excavaciones arqueológicas se describen estas fiestas en las que se realizaban procesiones a los templos, sacrificios y libaciones. Las evidencias encontradas sugieren también danzas, recitación de textos míticos y otras actividades de índole recreativa.